Día 12.324 D.D.
(Después del DÍA)

Mientras atravesábamos un bosque denso y sombrío, oía cómo crujía el cuero de su indumentaria, mezclándose con el ruido que hacía el caballo al pisar las ramas y hojas secas del sotobosque. FERRAN cabalgaba un precioso caballo blanco llamado Aurora. Desde que habíamos empezado el camino, nunca le había visto separarse de ella ni un solo instante. FERRAN y yo no hablábamos. Nos entendíamos mentalmente, comunicación ultra sensorial.

Una noche, en lo más profundo de mi sueño, oí un chillido fuerte y repentino. Como el de una fiera. Era Aurora. Abrí los ojos y me incorporé de un salto. Estaba tumbada con las patas hacia arriba, y una serpiente le rodeaba el cuello. La había mordido justo bajo la boca. Maldita serpiente. FERRAN también estaba de pie, observándolo. Le caían lágrimas de los ojos al mismo tiempo que del cuello del caballo brotaba la sangre. Densa y oscura. Bajaba como un torrente de lamentos. La espada de FERRAN había atravesado el cuello de Aurora. No había nada que hacer, conocíamos esas serpientes. Eran letales.

Nos miramos. Teníamos que irnos. Seguir. Justo cuando emprendíamos la marcha, oímos un ruido detrás de nosotros. Nos quedamos helados. Nos giramos y vimos una figura de pie en la penumbra. Era Matas.

Joan Pons

El Petit de Cal Eril